Me quedo bastante choto, todas las ideas que se me vienen a la cabeza no sirven, y estoy medio quemado hoy.
El título es referencia a El Hobbit
Cap 6: Historia de una ida.
Melissa estaba molesta, indignada y hasta enfurecida con su falta total de memoria, tanto que se levantó de su habitación, corrió hacia el hangar y pidió le preparen una nave.
Cuando Sebastiam se enteró de esta situación corrió a ella pidiendole que le explique que estaba haciendo.
-Sebastiam: Melissa, donde vas? Que haces?
-Melissa: Me voy, rumbo a la tierra, no puedo vivir un solo minuto mas con este espacio en blanco en mi cabeza, necesito saber mas sobre mi, aunque me cueste mi vida, me voy rumbo a la tierra, me puedes ayudar?
-Sebastiam: Por supuesto que si, no es que no piense que esto que haces es una mision suicida porque lo pienso, tampoco me molesta perder una nave pero no pienso que estes haciendo lo correcto, tu sabes que nosotros siempre tuvimos un aprecio muy especial por ti y por lo que quieres hacer por nosotros...
-Melissa: Lo se, pero me refería a Helldoc.
-Sebastiam: Que tiene que ver el Doctor Hell en todo esto?
-Melissa: Me refiero a la nave en la que vine, ya le tomé cariño, puedes ayudarme a conseguir equipo y municiones y repararla apropiadamente?
-Sebastiam: Lo que necesites, solo espero que esto no empeore aún mas las cosas.
El equipo fué sencillo de conseguir, nada más que raciones para viajes espaciales, reponer los elementos de la enfermería y limpiar un poco la nave. La munición también era facil, pero las únicas armas montadas en la HellDoc eran dos ametralladoras de proyectiles de masa, calibre 38, similaes a las que se habían usado en lo que llamaban Segunda Guerra Mundial, hacía unos 135 años aproximadamente. Claro, las armas no carecían de efectividad al ser usadas en una atmósfera y contra seres vivos, pero en el espacio la fuerza utilizada para impulsar el proyectil, llamado bala, a su vez empujaría a la nave hacia atrás, y el mismo efecto era lo mejor que se podía esperar cuando impactaran las balas contra la coraza reforzada de una nave espacial capaz de entrar en una atmósfera.
Más armas había, pero nadie sabía como montarlas. Afortunadamente Melissa puso en práctica sus conocimientos e ingenio totalmente fuera de lo que se podía imaginar, y encontró paneles para remover y reemplazar con cañones gauss, cañones de plasma, láseres ofensivos y antiproyectiles, simuladores de firmas de calor y demás armamentos pesados. También fue ella quien los conectó a la consola de mandos de la HellDoc. No es que quisiera matar a nadie, en realidad Melissa quería ayudar tanto a Birmen como a Humanos, pero estaba determinada a sobrevivir a la misión más imposible que alguien presente pudiera concebir: Entrar en una nave Birmen al núcleo del imperio que estuvo a punto de exterminar por completo a dicha especie, y que todavía querían terminar el trabajo. No se podía estar demasiado preparada.
Algunos hasta quisieron acompañarla, y Melissa se preguntó qué habría hecho para merecer tanto. Pero los rechazó a todos. No porque no la fueran a ayudar, sino porque no quería sacrificarlos por un egoísmo suyo, su identidad. Nada menor para ella, pero nada por lo que alguien más tuviera que arriesgarse.
Sola partió en la HellDoc, excepto por el robotito. Por suerte había podido tocarle un poco los circuitos, y ahora HellChat era una entidad mucho más agradable, aunque no podía compensar la falta de compañía real.
Para llegar al sistema Sol, Melissa tenía que atravesar un agujero de gusano, que se encontraba a unas pocas horas de Lavanda. La computadora de abordo podría haber hecho todos los cálculos de entrada con un margen de error mínimo, pero Melissa prefirió asegurarse y mantenerse despierta para dirigir ella misma el curso de entrada. Mientras tanto, aprovechó para pensar un poco en qué le deparaba el camino que había elegido. Lo único que sabía era que ella era humana, que venía de la Tierra. ¿Pero cuánto habría dejado atrás para unirse a los Birmen? ¿Acaso alguien la recordaría? ¿La reconocerían? ¿Y si había cambiado tanto que nadie la reconocía, y ella misma no podía recordar a nadie? Sin embargo tenía que intentarlo.
Además, la situación en la Tierra no era buena, por lo que había oído de Sebastiam. Quizá algo podía hacer.
Así continuó por ahora su camino, calculando el ángulo de entrada a un agujero de gusano que la llevaría más cerca de su pasado, y aunque ella no lo supiera, más cerca de su futuro. Completada la entrada, y faltando todavía unas horas para la salida del otro lado del agujero de gusano, Melissa se acostó a dormir, tranquila por un lado, ansiosa por otro, y con cierta tristeza en el fondo. Lástima que estaba tan sola en todo esto. Ahí fue cuando se acordó de SteelSeries.