Epílogo: La nave que se estrelló mil veces
La HellDoc surcaba el espacio camino hacia Lavanda y su única tripulante, Melissa Hall de veintidós años, se preguntaba si todo había valido la pena. Millones habían muerto, y nada había cambiado. La Tierra seguía bajo el mando de los Humanos, las BH seguían existiendo, y la Federación, si bien aún se mantenía firme, no era suficiente para enfrentar el poderío humano. ¿Qué hice mal? ¿Acaso fue un error incitar a todos a pelear? Ahora todo el que me escuchó está muerto, y yo, que peleé en el frente de batalla todo el tiempo, que incluso me convertí en comandante de la flota de la Federación durante la última batalla, sigo viva.
De repente, Melissa oye un ruido detrás suyo, y al darse vuelta encuentra a una mujer de unos cuarenta y algo años de edad mirándola a los ojos con una expresión seria. Aún antes de haber enfocado bien su vista en la extraña aparición, Melissa ya había desenfundado su revolver psiónico y había apuntado a la mujer, quien no se inmutó ante esto, y de hecho pareció no darle ninguna importancia.
Melissa: "¿Quién sos y cómo entraste acá?"
Mujer: "Tranquila Melissa. Esto es un poco difícil de comprender, pero yo soy vos, del futuro."
Melissa: "¿Y por qué habría de creerte? Todo esto podría ser una trampa."
Mujer: "¿Una trampa de quién? Melissa, la guerra ya acabó para vos, vos perdiste. Ya no tenés un ejército, y la esperanza que sos para muchos no es lo suficientemente fuerte como para vencer al miedo que sienten por el Gobierno. Ya no hay nadie que te quiera muerta Melissa, porque ya no hay nada que puedas hacer ni aun viva."
Melissa entonces bajó su arma, y tragándose todo su orgullo, dijo lo que en su corazón sabía que era cierto: "Tenés razón." Y agregó: "Sin embargo, eso no responde a por qué habría de creerte que sos yo del futuro."
Mujer: "[palabras que dijo el doctor von hell a melissa cuando la ayuda a escapar de marte]. ¿Quién más sabría esas palabras? Los que no mataste a tiros murieron en la explosión de la base, allá cuando el Doc te ayudó a escapar. Hasta tengo exactamente las mismas cicatrices que vos, producto de ese escape, del aterrizaje forzoso, del rescate de los científicos Birmen en la Tierra, de la batalla que siguió, y de lo que quieras buscar. Incluso si fueras a cortarte ahora mismo, aparecería inmediatamente una cicatriz en mi cuerpo."
Melissa no lo dudó, y con sus uñas afiladas se hizo un mínimo corte en el antebrazo derecho, y tal como lo dijera la extraña mujer, una cicatriz no tardó en aparecer en su cuerpo precisamente donde Melissa todavía tenía el corte sangrando.
¿Podía ser cierto? ¿Era ésta una versión mayor de Melissa, venida del futuro? Y si era así, "¿A qué viniste acá?"
La mujer, la Melissa del futuro, suspiró, tomó aire, y dijo la frase ya ensayada: "Necesito que mueras."
Melissa: "Creí que habías dicho que ya nadie me quería muerta. Explicate, ya."
Melissa del futuro: "Perdiste la guerra, pero no perdiste el apoyo de los pueblos oprimidos de la Tierra o de la Federación. Ahora sos un rayo de esperanza para ellos, pero que no brilla tan fuerte como el miedo que el Gobierno humano impone. No tenés un ejército, y no lo vas a conseguir, por lo que tu papel de heroína ya llegó a su fin. Ahora es necesario que la gente se encuentre sola y aterrada, para que empiecen a buscar a su alrededor en quién confiar, en quién depositar sus esperanzas. Y lo van a encontrar, y van a descubrir que unidos son fuertes, que juntos pueden obtener finalmente la paz y la libertad que todos añoran."
Melissa del presente: "¿Pero cómo puedo alcanzar esa unidad con mi muerte?"
Melissa del futuro: "La única forma de que nazca una nueva esperanza es a partir de la desesperación, del cierre apocalíptico de un capítulo en la historia de la heroína Melisa Hall. Para eso vos tenés que morir."
Melissa del presente: "Sin embargo yo no puedo morir porque vos me lo digas, si yo muero vos nunca vas a haber existido, y nunca vendrías a decirme que tengo que morir, y yo al morir no moriría."
Melissa del futuro: "Esa es la paradoja. Al venir acá estoy también acabando con mi vida, y con mi existencia completa, todo lo que soy y que vos todavía no fuiste no sólo va a morir, sino que va a ser borrado por completo de la existencia y en realidad nunca va a haber sucedido. Pero es necesario."
Melissa del presente: "¿Y cómo sabés que no hay otra forma? ¿Cómo sabés que en 20 años no puedo reconstruir la Federación y plantarle cara de nuevo al gobierno Humano?"
Melissa del futuro: "Porque yo ya lo intenté, y la masacre fue aun peor. No puedo asegurarte que muriendo vayas a salvarlos a todos, pero te puedo asegurar que viviendo no salvás a nadie. Como bien dijiste, si yo te matara yo no existiría para matarte. Por eso la decisión es enteramente tuya."
Minutos después, la única forma de vida a bordo de la HellDoc, la única que ésta conociera desde aquella nefasta batalla en la Tierra, parpadeaba y se extinguía sin más. La capitana Melisa Hall había muerto en soledad, y ahora la Helldoc se encontraba a la deriva en el espacio, en curso de colisión con un planeta deshabitado de nombre Perseus.
Un choque y un despertar.
Así cierra otro capítulo en la historia de Melissa Hall. Encargamos a quienes vengan después de nosotros que continúen con esta historia, porque al final Melissa gana, de eso no hay duda, pero no sabemos cuantas veces más ha de perder antes que pueda tener el final que se merece. Dejamos en sus manos la historia y a Melissa, aunque ambas vuelan ya con alas propias.
Atte,
Participantes del concurso SteelSeries
Dia 01: El Enigma
Desde los rincones más remotos de la imaginación.
No creo haber logrado el efecto que quiero, y no estoy enteramente seguro del efecto que quiero, pero para algun lado vamos.